Calendario Cubano
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El 25 de febrero en Piscis
Piscis

25 de Febrero de 1934 - Revista Cubana Bohemia comemorando la Zafra Azucarera.
Revista Bohemia
25 de Febrero de 1934

25 de Febrero de 1940 - Revista Cubana Bohemia conmemorando los Carnavales de La Habana.
Bohemia década 1940
25 de Febrero de 1940

Félix Varela, prócer cubano
Padre Félix Varela

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25 de Febrero
25 de febrero en Limonar, Guamacaro, Matanzas, Cuba.
En Limonar, Guamacaro, Matanzas, Cuba

• Santos católicos que celebran su día el 25 de febrero:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

San Félix III, papa, Santos Matías y Cesáreo Nacianceno, confesor, Santas Casta y Erena, mártires

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Félix III, papa; Victoriano, Nicéforo y Claudio, mártires


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 25 de febrero en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Fue capturada la expedición del “Laurada” por el gobierno americano y encarcelados los 110 expedicionarios que conducía. Lo mismo ocurrió con el “Sttronicaro”. Anteriormente, el 25 de octubre de 1895, el “Laurada” había desembarcado la expedición “Carlos Manuel de Céspedes” al mando del comandante José López y de Carlos Manuel de Céspedes y de Quesada, y un gran contingente de voluntarios y pertrechos de guerra en cantidad. Después de haber sido capturado este 25 de febrero de 1896, el “Laurada” realizó dos desembarcos más (15 de mayo de 1896 y 14 de marzo de 1897).


- Acción de La Perla, en el valle de Guamacaro.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 117-118 nos describe los acontecimientos del 25 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:

   “Maceo y sus hombres quisieron conmemorar ostensible y dignamente el primer aniversario de los principios de la guerra de 1895. La entrada y el paseo triunfales del caudillo en la provincia de Matanzas el 23 de febrero de 1896 fueron sucesos propios para enaltecer la víspera de la festividad gloriosa. El 24, al año justo de iniciada la contienda en que tan señaladas victorias se había ya anotado el cubano, el recorrido practicado por los campos de Coliseo habló al corazón de los libertadores de felices acontecimientos aún recientes y avivó el ardor patriótico, puesto sin tardanza de manifiesto en el asedio del pueblo de Limonar.

   “El Cuartel General pernoctó el día 24 en el ingenio La Perla, en el valle de Guamacaro. Allí hubo noticias de que fuerzas españolas, en número crecido, se encontraban en Lagunillas. Las providencias aconsejadas por la inminencia del choque fueron adoptadas sin dilación. Patrullas exploradoras partieron a medianoche por los caminos de Lagunillas y Limonar. Llevaban la instrucción de atravesar la línea férrea y salir al encuentro del enemigo apenas lo descubriesen por aquellos contornos. En el entretanto el grueso de las fuerzas se ocupó activamente con los aprestos de la pelea por todos presentida, y al amanecer se hallaba sobre las armas.

   “El cronista de las campañas de Maceo habló de la actividad bélica en Matanzas entre el 24 y el 25 de febrero de 1896. Los pelotones que habían salido a medianoche anunciaron con un tiroteo muy vivo la proximidad de la columna enemiga. El centro de esta columna avanzó por el frente, porque la altura inmediata no había sido tomada con la rapidez debida. Durante la maniobra, muy bien ejecutada, recibió el fuego enfilado de la tropa dirigida por Maceo. Con la celeridad del rayo acudió la caballería del General a repeler otro avance de los españoles. Casi toco al adversario con las manos. Tuvo que acudir a las armas de fuego en esa fase de la acción. Ello dio motivo a que por dos o tres guardarrayas paralelas se adelantasen con decisión evidente algunas compañías de las fuerzas españolas, y poco falto para que envolvieran a los escuadrones que habían ido a la carga con el acero desnudo.

   “Tal fue la primera parte de la acción sostenida el 25 de febrero de 1896 en La Perla. El combate quedo reanudado cuando se reunieron las fuerzas mandadas por los generales Antonio Maceo y Juan Bruno Zayas. Los cubanos trabaron la pelea en el ingenio Julia, que incendiaron para presentar al enemigo una barrera formidable. Por la tarde, al tiempo de recibir Maceo un refuerzo en las alturas de Guamacaro, prosiguió la contienda, que ceso después de las tres. Ambos contrincantes abandonaron el campo de la acción, en la que los cubanos lamentaron cincuenta y tres bajas. Unos y otros, insurrectos y españoles, pelearon allí con bravura y destreza.”


- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 93-95 describe los acontecimientos del 25 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:

   “El mismo día 24 fuerzas de la caballería de Matanzas pusieron cerco al pueblo de Limonar, después de haber tenida un encuentro con el coronel Molina en las inmediaciones de Guanábana. El Cuartel General pernocto en el ingenio Perla, del valle de Guamacaro: desde allí se despacharon pliegos al brigadier Lacret para que se incorporara al general Máximo Gómez, que iba por el Sur de la provincia. Visitaron el Cuartel General algunos comisionados de la junta revolucionaria de Cárdenas, y el general Maceo autorizó al comandante Carlos Rojas, persona muy influyente en dicha ciudad, para que gestionara cerca del comité la adquisición de armas y demás elementos de guerra. La población de Cárdenas, que se distinguió siempre por su espíritu liberal, dio brillante contingente al ejército cubano.

   “Al tenerse noticias de que numerosas fuerzas españolas se hallaban en Lagunillas, se adoptaron las medidas del caso para que fuese conocida la dirección del enemigo tan pronto como emprendiera la marcha. Era lógico el supuesto de que se encaminaría hacia nuestro campo en las primeras lloras de la mañana. Desde media noche se enviaron patrullas por los caminos de Lagunillas y de Limonar, para que cortaran la vía férrea y salieran al encuentro de cualquier fuerza española que divisaran por aquellos rumbos. Nuestra tropa tomó las armas al amanecer, en la seguridad de que muy pronto entraría en combate. Transcurrió una hora. Los pelotones que habían salido a media noche, anunciaron con un tiroteo muy vivo la proximidad de la columna enemiga, y a juzgar por la intensidad del fuego, era de colegir que las escaramuzas tomarían en breve carácter de acción formal y reñida. Pudo precisarse que la columna avanzaba con resolución por el camino de Lagunillas, y para contenerla en su primer empuje, se situaron en una pequeña altura algunas secciones de la caballería de Matanzas, que hicieron buena puntería sobre el flanco derecho de la división española cuando trataba de tomar nuestra posición, para desde ella batir los muros del batey que servían de parapeto a nuestros tiradores. El centro de la columna avanzó entonces por el frente, porque la altura inmediata no había sido tomada con la rapidez debida, y durante esa maniobra, muy bien ejecutada, recibió el fuego enfilado de nuestra tropa dirigida por Maceo. Con la celeridad del rayo acudió el General con la caballería de Céspedes a repeler otro avance de los españoles, dejando a Zayas junto a los edificios del ingenio para que defendiera la retirada, y al dar ese rebato, casi se toco al enemigo con las manos, choque que solo pudo impedir una zanja pantanosa. Hubo que acudir a las armas de fuego en esa fase de la acción; pero ello dio motivo a que por dos o tres guardarrayas paralelas, se adelantaran con decisión evidente algunas compañías de la fuerza española, con una vanguardia de guerrilleros, y poco falto para que no envolvieran a los escuadrones que habían ido a la carga con el acero desnudo. Al reunirse Maceo con la gente de Zayas, se reanudó el combate en el batey del ingenio Julia. Fue indispensable pegarle fuego para interponer firme obstáculo a la ofensiva de los españoles, que seguían con denuedo en pos de nuestra retaguardia. Después de esta reyerta, ventilada, según se ha dicho, en el campo de la Julia, el fuego aminoro paulatinamente por espacio de dos horas; pero el combate se restableció en las alturas de Guamacaro, por la tarde, al tiempo que se incorporaba el regimiento de Cárdenas que nos sirvió de refuerzo para seguir la riña. Eran ya las tres, hora en que se emprendió la retirada definitiva hacia el distrito de Matanzas, mientras la columna española quedaba en los cerros de Guamacaro, sin poder precisar nosotros el rumbo que tomó al terminarse la acción. La jornada fue muy ruda; en ella se peleó con gran ardimiento por ambas partes. El general Maceo haciendo justicia al jefe que mandaba la columna española declaró que había dirigido admirablemente la acción y que sus tropas dieron gallarla muestra de marcialidad: el combate de la Perla nos costó 53 soldados (1).

   “Para penetrar en la zona del Yumurí hubimos de vadear el Canímar, cuyas márgenes ofrecen perspectivas deliciosas. Serpenteando por los flancos de la montaña, el río, allá sonador y azul, deja entrever la proximidad del océano, en donde desagua junto a la bahía de Matanzas. A pesar del cansancio de la excursión, que no convidaba más que al reposo, hubimos de fijarnos en la rara hermosura de aquel paisaje, que, a la diversidad de sus matices, unía las notas profundas del órgano bullidor.

   “La jornada de este día terminó en Santa Inés, jurisdicción de Matanzas.”...

   “(1) El parte de los españoles fue publicado en estos términos: "El general Prats, que estaba en Jovellanos, al ver que Maceo, no pudiendo pasar al Sur, se dirigía a Cárdenas y atravesaba la línea férrea, cortando el puente de Tosca, avanzó con la infantería mientras desembarcaba la caballería. A los pocos momentos, la vanguardia tuvo fuego con los exploradores enemigos, siguiendo todo el día hasta la noche su persecución. El 25 el mismo Prats dijo desde el ingenio Julia, que salió de Lagunillas pasando por Mameyes frente al ingenio Ponce, donde encontró al enemigo, y roto el fuego al desembocar en Valle-Paila, lo avistó en número de 4,000 hombres mandados por Maceo, divididos en tres fracciones. La columna con guerrillas Antequera, María Cristina y escuadrón Santiago avanzó apoyada por la infantería, desalojando al enemigo. Se dieron cargas y se tomaron a la bayoneta los ingenios Perla, Diamante y Julia. Este último empezó a arder, y fue sofocado el fuego por la tropa. El enemigo se retiró con muchos heridos, después del combate, por las lomas de Guamacaro. La columna tuvo heridos el capellán Riera, del Rey, sargento Ponciano Molinet y otros diez y seis heridos leves. El enemigo dejó en el campo 42 muertos y 6 prisioneros y 42 caballos y armamentos. La retirada de Maceo fue a las dos de la tarde, y el general Prats dijo por la noche que había proseguido la persecución adelantando la vanguardia; que tuvo fuego con la retaguardia enemiga, dispersándola y haciéndole tres muertos más y ocupándoles 7 caballos".

   “Después de haberse publicado este parte, se agregó que la guardia civil había encontrado 72 cadáveres más de insurrectos, en la guardarraya de un cañaveral. Tal hallazgo obscurece, en verdad, el brillo de la acción que dio el general Prats, porque a nadie que conozca la guerra de Cuba se le puede hacer creer que la guardia civil encontrara, nada menos, que 72 muertos tendidos en hilera en unas plantaciones de cañas; la invención es estupenda.”


• 1753 -

- En este día dejó de existir en San Agustín de la Florida, a los 65 años de edad, el distinguido filósofo cristiano don Félix Varela, natural de La Habana. Murió en país extranjero lejos de su patria adorada y de los discípulos que le debían no sólo ciencia sino el ejemplo de las virtudes más sobresalientes.


• 1554 -

- El pueblo de indios de Guanabacoa.

- De las “Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana” Tomo I 1550 - 1565, Con un prefacio y un estudio preliminar por Emilio Roig de Leuchsenring, Municipio de La Habana, Administración del Alcalde Dr. Antonio Beruff Mendieta, editada en 1937, página 50.

   ...“José Martín Félix de Arrate, refiriéndose a estos indios establecidos en el contorno de la villa, dice que "conforme a una recibida tradición no eran originarios de la isla, sino traídos de la provincia de Campeche, los que dejaron perpetuado este nombre al barrio destinado para sus casas y siembras, y esto se hace muy verosímil, porque a no ser distintos de nuestros isleños, era regular haberlos puesto en Guanabacoa, como se practicaba con los pocos que vagaban por las haciendas del distrito". También se les dio, según el propio Arrate y Antonio Bachiller y Morales el pueblo de Tarraco, que unido al primitivo pueblo de Guanabacoa, dice este último autor, "constituyeron lo que es hoy villa de Guanabacoa ".

   “Manuel Pérez Beato da como localidades en que preferentemente se establecieron los indios en la villa: una, que comprendía parte del actual barrio de los Sitios, desde la calle de San Nicolás hacía el Este; y otra, las cercanías del río Luyanó. Antes de habérseles concedido el pueblo de Guanabacoa, los indios solían habitar -según aparece del cabildo de 5 de julio de 1555- en las proximidades de "el camino hasta la Seíba que es lo que habían antiguamente los Yndíos desta villa". Del cabildo de 25 de febrero de 1559 consta que en el Cerro del Ancón tenían los indios tierras de labrar, entregadas por la Municipalidad, pues al pedir Melchor Rojas le hiciesen merced de una caballería de tierra en aquel sitio, los señores capitulares se la conceden, "sí hallaren que no es en perjuicio de los Yndios".”...



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Última Revisión: 1 de Diciembre del 2008
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