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5 de Febrero
5 de febrero Candelaria en Pinar del Río
Iglesia de Candelaria, Pinar del Río

• Santos católicos que celebran su día el 5 de febrero:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santa Agueda, virgen y mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santas Agueda y Felicia, vírgenes y mártires, Santos Felipe de Jesús y compañeros, mártires del Japón


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 5 de febrero en la Historia de Cuba

• 1898 -

- Llegó a la Bahía de La Habana el crucero americano Maine. Fue volado, el 15 de febrero, ignorándose el responsable de tan terrible acto. Esta explosión precipitó la guerra entre Estados Unidos y España.


• 1896 -

- Asedio de Candelaria, Pinar del Río, por Antonio Maceo.

- Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 77-78 nos describe los acontecimientos del 5 de febrero de 1896 en la Historia de Candelaria, Pinar del Río, Cuba:

   “Candelaria, en los momentos en que la columna invasora regresaba del extremo occidental de Vuelta Abajo, era uno de los pocos fortificados entre los pueblos situados junto a la vía férrea del Oeste. Resultaba un obstáculo cuya desaparición mucho y de veras interesaba a la Revolución. El general Antonio Maceo no quería dejar tras sí en la región pinareña baluartes peligrosos. Al acercarse el Lugarteniente a Candelaria tenía naturalmente que surgir el choque. Se hallaban frente a frente la magnífica posición española y el deliberado propósito del caudillo cubano ganoso de hacer sentir por todas partes la pujanza de sus huestes.

   “Tomada por el general Maceo la resolución de poner asedio a Candelaria, salió de San Cristóbal el 5 de febrero de 1896 por la tarde. Si los defensores de la plaza no abrían sus puertas a los libertadores, el ataque iba a ser inevitable. El Lugarteniente había enviado con anticipación un mensaje de intimación al coronel de voluntarios Remigio Humara y Colina, que allí tenía el mando de las fuerzas españolas, compuestas de cuatro compañías de los llamados chapelgorris, dos escuadrones del mismo instituto a que pertenecía el jefe y cincuenta hombres del batallón San Quintín. Casi la callada tuvo por respuesta el aviso conminatorio del caudillo cubano. El portador de la epístola, el joven Bonifacio Humara y Quintana, hijo del Coronel, al regresar de Candelaria, comunicó a Maceo su impresión de que no capitularían los defensores de la población, esperanzados de recibir refuerzos procedentes de Artemisa. Ya el asalto no debía retardarse.

   “"Maceo -narró el general José Miró- comenzó el ataque de la población a las cinco de la tarde. El fuego se extendió rápidamente por todo el radio de la localidad. Bajo un aguacero de balas, nuestra gente se apoderó de algunos edificios de mampostería, desde los cuales se hizo menos peligrosa la hostilidad de los defensores. Empezó el incendio de las casas abandonadas y establecimientos de comercio: el fuego no calmaba los ímpetus de la guarnición. A media noche continuaban el ataque y la defensa, bajo el resplandor de las llamas."

   “La lucha fue larga e implacable. Se prolongó hasta el atardecer del día 6 de enero. Los sitiados, entre los que figuraban muchos hijos del país, resistieron con denuedo y aguardaron con buena suerte la llegada de refuerzos procedentes de Artemisa, mandados por el general Canella. Candelaria, teatro de sangrienta polémica, fue de esa suerte, observada desde el punto de vista español, una villa valerosa, como el Consejo de Ministros de la Metrópoli quiso llamarla oficialmente. No cayó la plaza en poder de la Revolución, pero el Ejército Libertador, según el propio Lugarteniente advirtió al coronel de voluntarios de Candelaria, marchaba de victoria en victoria, y poco importaba al cabo la esterilidad relativa del esfuerzo en 5 de febrero de 1896 realizado.”


- Adolfo Dollero en “Cultura Cubana (Pinar del Río)”, Imprenta de Seoane y Fernández, La Habana, 1921, página 83: Diario del general Alberto Nodarse de la Invasión en la Provincia de Pinar del Río.

   “Después de haber recorrido los pueblos situados en la carretera de Pinar del Río, fue atacada el 5 de febrero la población de Candelaria que contaba con 800 defensores.

   “"Rompióse el fuego sobre la plaza a las 5 de la tarde del expresado día y terminó a la misma hora del siguiente.

   “"El ataque fue rudo y tenaz la resistencia.

   “"Fueron tomados casi todos los reductos; e incendiados los edificios principales del pueblo.

   “"El día 6 a las 5 de la tarde acudieron numerosas fuerzas españolas en auxilio de Candelaria, por lo que fue menester levantar el sitio, no sin dejar antes de librar combate con una de las columnas auxiliadoras, la que se refugio en la Plaza.”


- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 42-43 describe los acontecimientos del 5 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:

   “Hubo dos períodos de calma, desde la una a las tres de la madrugada. A esta hora se renovó el fuego, y arreció al venir los claros del día. Sitiados y sitiadores disparaban a veinte pasos de distancia; aquéllos, desde las trincheras; los segundos, apoyándose en los umbrales de los edificios que ofrecían resguardo, los más valerosos a pecho descubierto, en medio de la vía pública, para hallar la muerte en pago de su valor heroico. Frente a una casa atrincherada, al salir el sol, cayeron mortalmente heridos cuatro hombres que intentaron tomar el reducto con el esfuerzo del corazón; entre ellos, un ayudante de campo del general. Maceo, llamado Carlos Pastor, hijo de Bay amo, modelo de intrepidez y fidelidad. Cayó redondo, de un balazo en la frente que le asestó un chapelgorri de la raza negra, ¡un negro de Candelaria, fiel servidor del integrismo, que ostentaba boina de grana y enfilaba el cañón de la carabina sobre la generosa juventud de Cuba independiente, que al batallar por el rescate del país, se inmolaba también por los derechos de la raza proscripta!... Maceo se indignó sobremanera al tener noticia del triste episodio; de tal nodo se enfureció que dio orden terminante a los negros de Oriente, al comandante de su escolta y al jefe del regimiento Céspedes, de que al tomar la población lo hicieran a sangre y fuego y pasaran a cuchillo a todos los negros chapelgorris que con tanta marcialidad defendían la bandera del absolutismo. Ocioso es decir, que el mandamiento se hubiera cumplido al pie de la letra, si aquellos hombres terribles para quienes no había más dios que Marte, y éste era el caudillo oriental, toman la plaza por asalto con la consigna de no dar cuartel a ningún defensor de la bandera española.

   “El que ahora describe estas páginas, tratando de evitar la sangrienta represión ordenada por Maceo, envió un mensaje al cura párroco de la localidad, de quien se conocía la actitud belicosa por un paisano del barrio; pero tampoco obtuvo respuesta: el predicador de la paz evangélica, prefería la guerra implacable como los más duros ejecutantes de Belona, y les infundía ánimo si mostraban flaqueza en cualquier trance de la batalla. Eran ya las dos de la tarde. No podía dudarse que aquella noche se decidiría la contienda por los sitiadores, si antes no acudían socorros de Artemisa. Maceo, viendo la hora en el reloj, dispuso que a las tres se diera el ataque general, sin más intimaciones ni modificación de consigna. Teníamos 32 hombres gravemente heridos, y aunque no se conocía el número de bajas de los sitiados, no era de presumir que se rindieran a discreción después de la enconada riña. Era, forzoso tomar la plaza a sangre y fuego.

   “Las patrullas exploradoras que destacó Maceo por la carretera de Candelaria, anunciaron la primera columna enemiga poco antes de las cuatro de la tarde. Echó Maceo el regimiento de Zayas para que contuviera el avance de la vanguardia española; y empezó el tiroteo en las inmediaciones de Bayate, camino de Artemisa. La columna de auxilio, a paso ligero, avanzaba por la carretera y las sabanas contiguas de nuestra derecha, a fin de tomar el puente de Bayate. El empuje de Zayas no hizo fracasar el intento del enemigo, el cual lanzó dos batallones sobre aquel obstáculo mientras otra fracción de infantería desplegaba sus tiradores por Laguna Blanca, más cerca de la población sitiada, haciendo infructuoso el esfuerzo del general Maceo, que intentaba batir simultáneamente a la tropa auxiliadora y a los defensores de la villa. Este último conato era impracticable, pues los sitiados hubieron de advertir las señales del socorro y redoblaron el fuego con la algazara propia de gente que cobra, ánimo en presencia del providencial auxilio. Los 300 hombres de caballería, que sostuvieron el primer empuje de los españoles, fueron reforzados por el regimiento Céspedes, y sucesivamente por todas las demás fracciones del Cuartel general. En las sabanas del ingenio Delicias se ventiló la acción campal por espacio de una hora, sin que pudiera evitarse la entrada de las columnas en la valerosa población, que se defendió tenazmente durante 26 horas y ganó, en buena lid, los laureles de la victoria.”


• 1855 -

- Creación de cuatro escuelas generales en La Habana, Santiago de Cuba, Puerto Príncipe (Camagüey) y Matanzas.



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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2008
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