Calendario Cubano
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El 19 de febrero en Piscis
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Cuba.
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Máximo Gómez
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Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat en La Habana.
Nuestra Señora de Montserrat
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Fuente de La Noble Habana.
La Noble Habana
La Habana
19 de Febrero
19 de febrero en la iglesia de Jaruco.
Iglesia de Jaruco

• Santos católicos que celebran su día el 19 de febrero:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Gabino, presbítero y mártir y Alvaro dé Córdoba y Conrado, confesor

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Gabino, presbítero y mártir, Alvaro dé Córdoba, Conrado, confesores, Pubilio y Marcelo mártires


Guije.com - estudios en la cultura y la historia de Cuba El 19 de febrero en la Historia de Cuba

• 1897 -

- Justicia de Pi y Margall.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 105-106 nos describe los acontecimientos del 19 de febrero de 1897 en la Historia de Cuba:

   “En Francisco Pi y Margall se manifestó una cualidad rara en la política europea: la comprensión del destino de América. Las voces de Víctor Hugo y Giuseppe Mazzini, alzadas en 1870 para señalar a los Estados Unidos de América la obligación ineludible de cooperar a la libertad de Cuba, no habían logrado crear doctrina entre los directores de las potencias del Viejo Mundo. Pi y Margall, abroquelado con ideas análogas a las expuestas por Hugo y Mazzini, fue en España, a fines del siglo XIX, "el único político de altura que acertó a ver con claridad la magnitud del problema colonial". ¿Cómo juzgaba las aspiraciones de Cuba?

   “Precisas eran las ideas de Pi y Margall sobre Cuba. "Cuba está, con sobrado motivo, cansada de una dominación que, sobre impedirle que se gobierne por sí misma, la estruja y la hace pasto de la voracidad de políticos hambrientos. Cuando no fuese más que por nuestras vergonzosas dilapidaciones, no podría menos de aspirar a sacudir el yugo." En toda Europa, no sólo en España, la postura de Pi y Margall constituyó un caso excepcional.

   “Pi y Margall no pudo dejar de poner su atención en lo contradictorio del juicio europeo acerca de Creta y Cuba. "Se levantan Cuba y Filipinas por su independencia -esto trazó su pluma-, y no hay en España quien no las califique con los más duros epítetos. Los insurrectos de Cuba son unos ingratos y unos bandidos, y los de Filipinas, además de bandoleros y desagradecidos, monos que apenas alcanzan la categoría de hombres." ¿Se discurría de la misma manera en cuanto a Creta? Pi y Margall afirmó: "Se alzan ahora los cretenses, y todo el mundo bate palmas. ¿Hay nada más hermoso, se dice, que verlos luchar por sacudir el yugo de los otomanos? Son griegos de origen, tan griegos, que, según la mitología helénica, se suponía nacido a Júpiter en uno dé los montes de la Isla. Pues aspiran a formar parte de Grecia, y Grecia los busca, como la madre a sus hijos: ¿hay cosa más justa que satisfacer los deseos de la una y los otros?" El repúblico español no censuraba el raciocinio, sino la inconsecuencia.

   “Caso de lesa humanidad era el de España contra Cuba. "Cubanos y filipinos se quejan de la conducta de España, como los cretenses de la de Turquía. Como los cretenses, habían recurrido otras veces los cubanos a las armas y habían obtenido promesas no siempre cumplidas. Viven los filipinos bajo una servidumbre aún más depresiva que la de los cretenses, bajo la servidumbre del fraile. ¿Cómo tanta deferencia para los sublevados de Creta, y tanto rigor y desprecio para los de Filipinas y Cuba?" Así discurría Pi y Margall el 19 de febrero de 1897. Las naciones de Europa intervenían sin rebozo en los disturbios de Creta, y nadie protestaba. Se admiraba en Creta el renacimiento del genio y del empuje de la Grecia de Pericles, y hasta una guerra general contra Turquía se hubiese visto con júbilo para salvar a Creta. En cambio, un solo clamor se alzaba para condenar, no menos que a los colonos rebeldes del Nuevo Mundo, el propósito de los Estados Unidos de inmiscuirse legítimamente, por solidaridad, en el rudo choque que depauperaba a Cuba. La justicia de Pi y Margall reclamó para Cuba un trato por parte de Europa semejante al aplicado por Europa a Creta.”


• 1896 -

- Máximo Gómez y Antonio Maceo en la Provincia de La Habana. Maceo y sus tropas se dirigen de Jaruco a Moralitos para encontrarse con el Gómez. El Generalísimo se prepara para salir de Moralitos en busca de su Lugarteniente cuando sucede la Acción de Moralitos, en la loma de Mangos, San José de las Lajas, entre las fuerzas cubanas dirigidas por Máximo Gómez y Antonio Maceo contra las españolas bajo el mando de los generales Linares, Aldecoa, Tort y Segura.

- Esa noche acción de Catalina de Güines, en el término de Güines.

- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 75-81 describe los acontecimientos del 19 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:

   “Mientras se organizaba la marcha, al venir los claros del día, recibimos la grata nueva de que el general Máximo Gómez se hallaba a media jornada de Jaruco; en seguida se dispuso que la vanguardia acelerase el paso para que el General en jefe obtuviese con anticipación la satisfactoria noticia del nuestro inmediato encuentro. En camino toda nuestra columna, la retaguardia tuvo que contener varios ataques de una división española que venía por la huella, la cual cesó en su agresión poco después de haber franqueado nuestra retaguardia, el camino de Moralitos. Se abrazaron los dos caudillos de la Revolución, Gómez y Maceo, y los dos contingentes atronaron los espacios con las explosiones del más vivo entusiasmo. Pero muy en breve esas explosiones eran apagadas por las más acentuadas del choque de las armas. Nos esperaba una jornada muy dura y aflictiva.

   “Preciso es reunir los antecedentes indispensables. El general Gómez había trabado combate el día anterior en las inmediaciones de Río Bayamo y callejón del Navío, y acampó, a eso de las cinco de la tarde, en el ingenio Moralitos, en donde supo la noticia de que Maceo se hallaba por los alrededores de Jaruco. Levantó el campamento temprano y se encaminó hacia donde estaba el Lugarteniente. Pero los españoles, que estaban bien informados de la situación del general Gómez en Moralitos, convergieron con prontitud hacia ese punto, moviendo el mayor número de fuerzas posibles durante la noche anterior desde San José de las Lajas, a fin de que en las primeras horas de la mañana estuvieran sobre Moralitos. En la Capitanía General se sabía el 18 la permanencia de Gómez en el lugar expresado, y por eso se dictaron las órdenes necesarias para que acudieran al ingenio Moralitos las columnas de Linares, Aldecoa, Tort y Segura.

   “Cuando la vanguardia de la primera reconoció las inmediaciones del ingenio Moralitos, el general Gómez había levantando el campo para acudir, según hemos visto, al encuentro de Maceo. Al emprender la marcha desde el lugar en que habían unido las dos fuerzas cubanas, el general Gómez, yendo en vanguardia, con objeto de pasar por las inmediaciones de Moralitos y cruzar la carretera de San José de las Lajas, encontró ocupado el camino por los batallones españoles. Arremetió con ímpetu, tratando de abrir un boquete que le diera paso a él y a la columna de Maceo; pero bien posesionados los españoles del camino que conduce a Moralitos, y con nuevos elementos de combate facilitados por otra columna, hicieron fracasar el titánico esfuerzo de la caballería de Gómez, y tuvo éste que retroceder con el caballo gravemente herido, para exponerle a Maceo la situación táctica de los españoles y ver si entre los dos podían forzar el paso. La gente de Maceo venía algo rezagada desde la salida de Jaruco, por lo que no pudo entrar toda en acción cuando los dos caudillos acometieron las líneas españolas, cada vez más firmes y nutridas. Se dieron varias cargas a quemarropa, y llegaron a verse las caras unos y otros combatientes; lanzóse nuestra infantería sobre los muros y cañaverales contiguos, pero vista la imposibilidad de romper la consistencia del enemigo, se retrocedió para otras posiciones, en la que hubo que resistir a pie firme para no ser flanqueados por el animoso adversario. En la loma de los Mangos se ventiló la última fase de la acción de Moralitos, con un vivo tiroteo que sostuvieron algunos escuadrones de caballería contra el ala izquierda de los españoles, que intentaba cortar el centro de nuestra columna para echar una parte de ella hacia San José de las Lajas. Pudimos proseguir la marcha con rumbo a Catalina de Güines, en donde nos aguardaba otro choque reñido.

   “El combate de Moralitos nos costo pérdidas de consideración. El coronel Basilio Guerra, hombre muy esforzado, sucumbió de los primeros al tratar de romper el cerco de los españoles. Pocos momentos antes de cargar el general Maceo, cayó mortalmente herido el joven ayudante Ramón Corona, al montar el rifle que portaba. La sanidad dio cuenta de 58 bajas, cifra que puede darse por duplicada, puesto que en la confusión de la pelea algunos heridos no fueron curados, y otros, por no darse de baja en aquellas circunstancias, ocultaron la lesión. El general Maceo, que cubría la retaguardia, dispuso que las fuerzas de infantería quedaran apostadas en sitio conveniente para repeler la agresión de los españoles en el supuesto de que éstos seguirían por el rastro. Ya en las inmediaciones de Catalina de Güines, pueblo situado en la línea férrea de Unión de Reyes, el general Gómez mando hacer alto para acampar, y simultáneamente ordenó que se quitara el estorbo del caserío que teníamos a la vista, por entender que no se debía pernoctar allí mientras nos quedara un pueblo fortificado a tiro de fusil; y para ello destaco un regimiento de caballería al mando del coronel Calunga, con instrucciones precisas de destruir el poblado. Se eligió para campamento la superficie de un ingenio demolido, llamado San Pablo, terreno cenagoso en algunos parajes, y dominado por pequeñas colinas, de una de las cuales partía una cerca de bambúes hasta el mismo caserío de Catalina. El sol estaba a la puesta; se habían colocado algunas avanzadas, y en tanto Calunga emprendía con vigor la operación que le confió el general Gómez, mientras la gente disponía los enseres para el primer rancho, sonaron de súbito estrepitosas descargas por retaguardia y el flanco izquierdo, y fuego de cañón, casi simultáneamente. Era indudable que una de las columnas que nos salió al encuentro en las inmediaciones de Jaruco, había explorado perfectamente nuestro campo y al percibir el tiroteo que sostenían los defensores de Catalina, atacó con ímpetu el campamento por el lugar más débil. El fuego arreció y se extendió por todo el flanco izquierdo, hacia donde quedaban las almenas naturales de las colinas. Con la tropa que primeramente tomó las armas, arremetieron Gómez y Maceo; éste tomó por el callejón de bambúes para desalojar de allí a los españoles y ser al mismo tiempo salvaguardia de la numerosa impedimenta, que se agitaba medrosa en el centro de nuestro campo, buscando salida, mientras el general Gómez ejecutaba operación análoga por el frente de las posiciones que ocupaban los tiradores enemigos. En esta situación, con fuego violento por ambas partes, cerró la noche y con ella aumentó el peligro, por cuanto nuestras fuerzas quedaron fraccionadas, sin saber las unas de las otras, mientras la columna española seguía por la huella a descargas cerradas, sirviéndole de guía el tiroteo de nuestra retaguardia y también el aviso de los defensores de Catalina. La noche era oscura y fría, pero las llamas del poblado y de los cañaverales contiguos nos servían de orientación en aquella penosa marcha de retirada. Entre nueve y diez de la noche sonaban aun las descargas; ya no podía ser con nuestra gente, toda vez que la sección de caballería que cubría la retaguardia no hubo de contestar a esos disparos por hallarse fuera del alcance de la columna enemiga. Era de colegir que los defensores de Catalina disparaban a diestro y siniestro, y a ese fuego respondían los españoles mientras se aproximaban al poblado. Muy avanzada la noche, la gente que siguió a Maceo pudo acampar en una finca llamada Carmen. La avanzada del rastro fue cubierta por jefes y oficiales del regimiento Céspedes y oficialidad del Estado Mayor. En aquellos momentos no pudimos saber cuál era la situación del general Máximo Gómez, ni este, a su vez, podía, conocer la de Maceo. La impedimenta se fraccionó: parte de ella fue a buscar abrigo en el campamento del general Aguirre, hallado a la ventura, y la otra parte quedó con el general Gómez. Oficiales y tropa de la columna de Maceo siguieron a Gómez, y a la inversa, soldados y jefes del cuartel general de Gómez se unieron al trozo que siguió a Maceo. Más tarde pudimos indagar que el general Gómez retirándose por los alrededores de Catalina, logró sortear el peligro y pernoctar en la finca San Pablo.

   “Publicamos los diferentes partes de la acción de Moralitos, tal como se dieron a la prensa.

   “"A las nueve de la mañana del 19, el general Aldecoa, siguiendo movimiento convergente en el ingenio Morales, batió a fuerzas de Máximo Gómez, causándole varias bajas.

   “"El general Linares volvió a encontrar al enemigo, batiéndolo por los potreros Gálvez y Zenea, en cuyo punto pretendía unirse con Maceo. Posteriormente el mismo Linares los cañoneó batiéndolos el coronel Tort.

   “"En estos momentos llegaron noticias de que el general Aldecoa había batido en el callejón de Charca a fuerzas de Máximo Gómez, causándoles un muerto. La columna tuvo uno de Mallorca y cuatro de San Quintín.

   “"En el potrero de San Marcos se generalizó el fuego con el grueso de la partida, que llegó a veces a 50 metros, siendo rechazada. Duró el fuego dos horas. Intervino la artillería. La caballería hizo fuego a pie. Se recogieron varios muertos y un herido llamado José Cabrera. En este segundo ataque tuvimos dos muertos de Mallorca y Zamora y varios contusos. El coronel Segura, que seguía el rastro, tropezó en dirección de San José de las Lajas con el enemigo, y desde las cumbres de la loma Vigía, cañoneó a unos doscientos jinetes, causándoles bajas.

   “"Cerca de San José encontró unos 800 jinetes, dispersándolos. Como ampliación del combate de Aldecoa, después de batir dos veces a Gómez, alcanzó el 19 a Maceo en el ingenio Morales. Las tropas resistieron varios amagos de los jinetes enemigos, desalojándolos de sus posiciones, causándoles dos muertos y heridos, que recogieron, y cincuenta caballos muertos y heridos que abandonaron. Aldecoa tuvo dos soldados muertos y cuatro heridos, seis contusos y cinco caballos heridos.

   “"La columna siguió la persecución, y a la vez el general Linares operaba en movimiento envolvente sobre el campamento de Maceo. El general Linares lanzó sobre fuerzas de Maceo dos escuadrones con el coronel Maroto, obligando al enemigo a contramarchar bajo el fuego de la infantería, haciéndole 8 muertos, que dejó sobre el campo, entre ellos un oficial, 36 caballos, 19 heridos y 8 útiles. Se hizo pública el día 20 la muerte de Antonio Maceo, procedente de varios paisanos de la Catalina, que informaron al capitán de la guardia civil de Río Seco que en la Catalina los insurrectos habían tenido muchas bajas, entre ellas la de Antonio Maceo".

   “Y de la acción de Catalina de Güines dijeron lo siguiente:

   “"El coronel Hernández después del combate de la tienda de Molina continuó la marcha a las seis de la tarde para la Catalina, saliendo de la venta de Trujillo, llegando al obscurecer a Catalina, encontrando a mitad de la distancia las partidas de Maceo y Gómez en posiciones excelentes. Las atacó y desalojó, entrando en Catalina a las nueve de la noche, teniendo que dar tres ataques a la bayoneta, dos para desalojarlos de sus posiciones escalonadas y atrincheradas, y la tercera para entrar en la Catalina. El coronel se felicita, no sólo de la victoria obtenida, sino de haber evitado la quema del pueblo. El enemigo, en su fuga, se limitó a quemar algún edificio de poca importancia. La columna tuvo 15 heridos y 9 contusos, causando al enemigo numerosas bajas, pues este intentó varias veces cargar sobre la infantería, que lo rechazó.

   “"El día 21 dijo al general en jefe el coronel Tort, que a su salida de San José de las Lajas el día antes para Morales, sintió fuego de fusilería y artillería en aquella dirección, varió rumbo hacia Zenea y Luz, con esperanza de batir al enemigo en su huida del ataque que suponía hecho por las columnas de los generales Linares o Aldecoa. Después de encontrados informes, forzando marchas, llegó a Catalina cuando el coronel Hernández desalojaba de allí al enemigo, y este tomaba la dirección que llevaba la columna de Tort. En el paso de Río de Agua, se encontraron las dos vanguardias, rompiendo nutrido fuego, que duró más de media hora, y se continuó otra media por el flanco derecho, haciendo al enemigo seis muertos y muchos heridos. Por nuestra parte, dos soldados heridos. Entró el coronel Tort en la Catalina a las once de la noche, y allí encontró al coronel Hernández, que acababa de llegar".

   “La jornada de Moralitos fue un revés para nuestras armas, puesto que no pudimos romper las líneas españolas ni realizar ninguno de los propósitos de la operación de guerra; pero los jefes de las columnas enemigas no supieron aprovecharse del triunfo táctico, y aun cabe presumir que no se formaron cabal idea de la acción ejecutada, si hemos de juzgar por los partes que de ella dieron a Wéyler, en los cuales no se determina ningún punto esencial, ni la dirección que llevaron los insurrectos después de la riña. Si esas columnas hubiesen acometido con brío la persecución por la huella y por uno de los flancos, hubieran podido llegar, casi simultáneamente con las fuerzas cubanas, al sitio a que éstas se encaminaban, con la sola posibilidad de tener un encuentro con la infantería que Maceo había apostado en el camino; y desde luego, el ataque que dio la columna de Hernández Ferrer en las inmediaciones de Catalina, hubiera sido mucho más eficaz y de consecuencias fatales para nuestras armas. En guerras irregulares como la de Cuba, la victoria táctica poco significa cuando la obtienen las fuerzas del gobierno, si no es secundada por una persecución metódica y persistente, porque la índole especial de los combatientes insurrectos, que lo mismo pelean diseminados que en línea nutrida, les permite resarcirse cuanto antes de los efectos de la derrota cuando el partido contrario no apela al método antes indicado y se satisface con la ocupación del campo, como si se tratara del bloqueo y asalto de un ciudadela, para cuyo acceso se necesita el empleo de la artillería y la buena disposición de las columnas asaltantes. No conociendo los españoles el teatro en que se efectuó la acción de Moralitos, en donde obtuvieron el triunfo, y faltos de diligencia para emprender la persecución por la huella reciente, si no querían arriesgarse por los travesíos para batirnos de costado, muy pronto se remediaron los efectos de la derrota, como lo demuestra el hecho de que el general Gómez, sin guías seguros, viniera a acampar en el mismo terreno de Catalina de Güines, para reanudar la marcha sin el menor tropiezo; y que Maceo estableciera el vivac un poco más allá, pero dentro del radio de acción del enemigo, para, a su vez, al nacer la aurora, recoger los dispersos de la víspera y provocar nuevamente a los vencedores de Moralitos.”



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Última Revisión: 1 de Septiembre del 2008
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